Han pasado casi ocho años desde la aparición de "Visions 2020", una colección de artículos de expertos en tecnologías publicada por las secretarías de Comercio y Educación de los Estados Unidos en setiembre de 2002. En uno de estos artículos se nos presenta a una profesora a punto de jubilarse, en conversación con otra profesora joven, en el otro extremo del mundo, sin que la lengua de comunicación presente el más mínimo obstáculo. Este artículo se titula "Enseñanza en el 2025: la transformación de la educación y la tecnología", y es uno de los seis traducidos en 2003 por la Eduteka.
Desde entonces hemos visto muchas iniciativas orientadas a automatizar la traducción online, pero ninguna, al menos que yo conozca, tan sorprendente como la que presenta Google de traducción en tiempo real. Uniendo el reconocimiento y síntesis de voz con Google Translate, cualquier dispositivo con sistema operativo Android permitiría una conversación en tiempo real.
Por el momento parece que con muchas limitaciones, como por ejemplo las que causa el ruido en determinados ambientes, o el habla rápida por ejemplo. Pero esto cambiará, sin duda, y si tenemos en cuenta la gran cantidad de idiomas (más de 30) que reconoce Google Translate, el futuro es prometedor.
Lo importante no es si esto lo hace Google o un pequeño laboratorio tecnológico de cualquier lugar del mundo. Lo que sí es importante es la forma en que esto cuestiona algunos valores sociales en general, y educativos en particular. ¿Qué pre-visión podemos hacer sobre el papel de la tecnología como mediador en la comunicación multilingüe?
En estos momentos los mensajes institucionales, y las demandas laborales, están suponiendo a la ciudadanía una inversión elevadísima en tiempo y energías para el aprendizaje de lenguas. ¿Ha llegado el momento de detenerse a preguntarse dónde está el límite?
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